Me llamo Borja Rodríguez y nací en Madrid en 1980 y aunque me cueste admitirlo, debo reconocer que no soy músico de profesión (aunque me gustaría). Actualmente me gano la vida como ingeniero informático y empresario en el sector turístico desde que finalicé mis estudios en la facultad en 2003.
Empecé a tocar el piano de forma autodidacta hace aproximadamente 2 años (en abril de 2016), lo que demuestra que nunca es tarde. Todo empezó después de enamorarme de la música del compositor italiano Ludovico Einaudi, a quien tuve oportunidad de descubrir en el Teatro Real de Madrid el pasado año. Gracias a Ludovico, he descubierto mi verdadera pasión y sentido en la vida: la música.
Todo comenzó tras escuchar por primera vez el tema “Nuvole Bianche”, que muchos conoceréis por el anuncio de la Lotería de Navidad “La Fábrica de Maniquíes”. Fue escuchar la melodía y me quedé absorto por su extrema belleza y sensibilidad. Tras ese momento inicial de éxtasis sensorial y aprovechando que tenía un piano digital (que mi hijo nunca usó), decidí probar suerte, sentarme a tocar e improvisar.
Durante las primeras semanas centré mis esfuerzos en sacar el tema de oído y gracias al maravilloso mundo de tutoriales en YouTube. No habían pasado ni 2 semanas cuando me di cuenta de que no sólo lo había conseguido sacar y tocarlo, con cierta dignidad, sino que también había compuesto uno de mis primeros temas al que titulé como “La Tormenta Perfecta”.
Así fueron pasando los primeros meses, practicando todos los días, disfrutando del descubrimiento de un instrumento que me estaba fascinando a cada momento, engulléndome en una magia indescriptible. Hasta que en septiembre de 2016 me aceptaron en la escuela de música de Pinto donde he cursado, por decirlo de alguna manera, mi primer año junto a mis dos profesoras, Yolanda Gallego y Belén López, a quienes agradezco de corazón todas sus enseñanzas, paciencia y energía.
Y ha sido precisamente durante estos últimos meses antes de finalizar el curso, donde he tomado conciencia del verdadero poder de la música. Gracias a mis profesores estoy logrando desarrollar mis capacidades como músico y a sacar el máximo provecho a lo que algunos llaman un talento musical (yo prefiero dejarlo en facilidad de aprendizaje).
Pero no todo ha sido simplemente habilidad, sino que el trabajo, el sacrificio, la ilusión y la constancia han tenido mucho que ver en mi evolución. Y es que desde que empecé a tocar hace dos años y hasta hoy, no pasa un solo día en el que no dedique entre 2 y 4 horas a desarrollar mi técnica frente al piano, llegando incluso a 8 horas los fines de semana y en vacaciones.
Pero por encima de todo lo que más me ha cautivado, sin lugar a duda, ha sido componer mi propia música, contar mi propia historia en un pentagrama a través de un idioma universal y único. Para mí la música es arte puesto a disposición de los sentidos a través de un canal de expresión como es el piano. En este sentido he estado trabajando durante el pasado año en organizar y dar forma a los diferentes temas que había ido componiendo a lo largo del año, hasta un total de 15, y los agrupé bajo lo que ha sido mi primer álbum, al que he titulado Orígenes.
Actualmente me encuentro preparando mi segundo proyecto, Horizontes, pero para su salida aún quedan meses de intenso trabajo. Además, estoy embarcado en otro ilusionante proyecto (un dúo sobre la base de Orígenes) con una profesora de Flauta Travesera de mi escuela (Laura Torrero), al que hemos bautizado “#iBeLife: Un Homenaje a la Vida”, y que muy pronto esperamos poder presentar.
Hoy tengo claro que he sentido, por alguna circunstancia, la llamada de la música y que ésta formará parte de mi vida (una parte muy destacada) de hoy en adelante. Porque, debo admitirlo, “solo sé que no se nada”, es más que evidente que (aún) no tengo la mejor técnica, ni mucho menos tengo (ni pretendo llegar a tener) la talla de otros increíbles pianistas, con un talento innato, virtuosos que aprovecharon su don desde muy pequeños, pero lo cierto es que la música me permite transmitir lo que siento, mis emociones, mis pensamientos, gracias a un lenguaje universal, mágico e infinito.
Y hasta aquí puedo contar (de momento). Esto no ha hecho sino más que empezar, tengo claro que podré fracasar, que mi música puede no gustar o tal vez sea yo que no la se interpretar, pero tengo por seguro que mi optimismo inconformista no me dejará tirar la toalla. Tan sólo he escrito las primeras páginas de lo que es y será mi nueva vida y estaré encantado de que entréis a formar parte de ella.
Borja R. Niso!
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