Bajo la estética del «minimalismo pianístico de km 0», la pianista y compositora nos recuerda que «somos capaces de sentir no sólo con los oídos, sino con el corazón, y con todo nuestro ser». La capacidad catártica de la música instrumental, nos empuja a hacer un viaje absolutamente personal e intransferible.
El kintsugi es el arte japonés de la reconstrucción de la cerámica con una pasta de resina y oro. Con esta metáfora sobre la propia resiliencia, Laura Andrés construye un universo de sonoridad profunda y magnética, con melodías que atrapan al espectador.