Marco Antonio
Nace en plena alcarria y su infancia la pasa en la Sierra de Altomira donde se impregna
de los aromas del romero y el tomillo. De las raíces del folklore que le rodea durante su infancia aprende sus primeros pasos de baile que marcaran para siempre un estilo tradicional en su forma de bailar. Siendo un adolescente forma parte de un grupo folklórico en el que enseguida pasará a ser primer bailarín, comenzando así una carrera de éxito y premios que despertarán en él la necesidad de formarse más profesionalmente.
Con Pilar Barbancho empieza su formación profesional en la danza y despierta en él la necesidad de buscar en otros terrenos artísticos. Se matricula en la escuela de teatro de Cristina Rota donde terminará los estudios de arte dramático. Durante esos años estará al lado de grandes profesionales de la danza que irán aportándole sabiduría en sus diferentes estilos de baile como el contemporáneo con Chevy Muraday, Mónica Runde y Pedro Berdayes y baile afro con Eliane Capitoni. De la mano de Carmen Cubillo empieza su formación clásica y de escuela bolera, donde llegará a formar parte de la compañía de la artista acompañándola por varios puntos de la geografía española.
En Amor de Dios afianza su parte flamenca con profesores como Maria Magdalena, Cristóbal Reyes, Tomás de Madrid, La China, Manolete y el Güito, en este mismo centro entablará gran amistad con el bailador Pedro Azorín que volverá a abrir en él su gusto por la danza tradicional.
Tras un año trabajando en Japón se trae consigo el gusto por el minimalismo en la danza y la experiencia de los artistas con los que compartió diferentes espectáculos.
En Andante, rodeado de grandes artistas y como primer espectáculo profesional, con el que espera abrirse camino en el difícil mundo de la danza, consigue hacer realidad su sueño y transportar el amor de sus raíces, de su tierra y de su historia encima de las tablas del escenario.
Coplas, coplillas y copletejas