La experiencia es la madre del acierto, pero muchas veces causa del error. Nadie debe enjaular a la imaginación, ni reducir el arte a un traje sinbólico sacado de lo que el tiempoi pueda convertir en una mera guardarropía. El Flamenco no puede, en consecuencia, extenuar el lenguaje, tiene que ser capaz de enfoques y metamorfosis constantes, si no quiere subyugarse a una extrema pobreza.