Argumento
Yo, la piedra, imagen soy:
Como símbolo perdurable de inmortal recuerdo.
Cuanto vives, muéstralo,
Por nada en absoluto tú te aflijas,
Para poco es vivir,
Su final el tiempo reclama.
Yo, la piedra, imagen soy:
Como símbolo perdurable de inmortal recuerdo.
(Epitafio de Sicilio, Siglo I d.c.)
La obra de arte obtiene su valor tanto por la perfección del objeto construido como por el lugar donde aparece ese objeto: un lugar que se transforma y deja de ser un espacio insignificante para convertirse en fuente de significado, dando un contenido intelectual al vacío.
El concepto de Genius Loci, hace referencia al espíritu protector del lugar y es heredado de la cultura romana. Lo podemos entender como la atmósfera del lugar, las preexistencias ambientales y la memoria colectiva.
Lo más interesante en este caso específico es que genius - que quiere decir espíritu - permite también pensar en una presencia ultraterrena, invisible y al mismo tiempo tangible...
El espectáculo Genius Loci quiere tender un puente entre el espíritu del lugar y los espectadores- , recibiéndolos en una ceremonia propiciatoria, en honor al sol postrero que da paso a la misteriosa noche.
Lira de oro, común propiedad de Apolo
Y de las Musas de oscuros rizos; la marcha inicial escucha tu armonía
Y los aedos obedecen tus señales cuando conmoviéndote
Produces las primeras notas de los preludios que guían los coros.
Acallas, incluso, el peligroso rayo.
(Primera Oda Pítica. Píndaro)
Al principio era la danza, el universo es eterno y su movimiento también. La mitología nos habla de los dioses que aprendieron a danzar, y al ser humano el cuerpo se torna espíritu y canal adecuado para honrar a los espíritus.
La danza coincide con el universo mismo. El cuerpo, la exterioridad del cuerpo, debe convertirse en instrumento de la libertad. El cuerpo entonces se convierte en algo libre y cargado de significado, digno de relacionarse con lo divino.
Invoquemos, pues, al espíritu del lugar, para que retorne al mundo de lo palpable, y a las Musas propiciatorias, para entrar en una dimensión más allá de lo tangible...
Canta querida Musa mía,
E inicia mi canto,
Y que una brisa de tus sagrados bosques
Agite mi alma.
Sabia Calíope
Que conduces las graciosas Musas
Y tú, sabio iniciador de los misterios,
Peán delio, hijo de Leto,
Asistidme benévolos...
(Himno a la Musa, Mesomedes de Creta, MÚSICO PREDILECTO DEL EMPERADOR ADRIANO, Siglo II d.c.)
Duración del espectáculo: dos pases de 40 minutos/ otros formatos