Presentación
Siempre que puede, Pedro Ruy-Blas reivindica la figura del cantante de jazz con ese entusiasmo que siempre puso en sus pequeñas y grandes pasiones, desde las diabluras con el balón de Guti hasta la magia del saxo de John Coltrane: “Hoy, cualquiera se llama a sí mismo cantante de jazz sin haber demostrado su amor a esta música, que requiere tiempo, esfuerzo, sacrificio”. Y no, claro que no es fácil ganarse el derecho a ser un cantante de jazz, alguien capaz de reinventar las músicas que suenan en su garganta, de establecer las reglas y las excepciones emocionales en una sola sílaba, de descifrar los secretos del melisma sin naufragar en un pastiche, de recordar, como hace Pedro en el tema Club de Jazz, que “a veces la música duele”.
Cantante de jazz. Hace muchos años que Pedro conquistó ese título a fuerza de pelearlo a la intemperie, cuando nadie, casi nadie, reparaba en el vértigo de la apuesta, cuando sólo un lunático o un visionario se habría aventurado a renunciar al pop de cuchara y tenedor por el jazz angosto y salvaje. Herido de amor por el jazz de sus amores, Pedro Ruy-Blas fue pionero en aventuras tan hermosas como Dolores, bendito sueño en una época de pesadillas, que ahora reverdece en La Niña de los Montoya, semilla y cumbre de un género entonces maldito, cópula de flamenco ecléctico y jazz eléctrico, canción-río generosa en recovecos sensitivos. Tiene sentido apretar viejas ilusiones en un álbum de vocación autobiográfica, el más íntimo y profundo de los suyos, el más ilusionante. Juntar la fusión imposible de Dolores con el pop agónico de A los que hirió el amor, que se adentra en las entrañas de Ample por territorios impensables, allí donde habitan o levitan Frank Sinatra, Walter Jackson, Lou Rawls y Oscar Brown Jr., lo que ya es decir.
Cantor de jazz sin la cara tiznada como Al Jolson, cantor de jazz, sí, enredo y catarsis de cantante y cantaor, que habrá que hacerle caso también en esto a los versos mediterráneos de La Niña de los Montoya: “Baila, gitana, sobre el agua, que la luna está muy loca”. Cantor de jazz por lo que tiene de sorpresa, de primera piedra, Pedro, cantor de jazz desnudo en el desgarro de Te quiero (“si algún día doy el paso de volver a amar”), en el scat de Give Me Your Love y el regocijo de Club de Jazz (“soy un niño feliz, me siento como un loco feliz”). Cantor de jazz, el blanco del alma y la garganta negras, Pedro Ruy-Blas: “La vida me prometió arrugas en la cara… Las arrugas prometidas son el mapa de mi alma”.
Luis Lapuente