El diálogo corrosivo de Valmont y Merteuil, que a su vez, juegan a intercambiarse papeles y sexos y convertirse en Madame de Tourvel y Mademoiselle de Volanges.
Con una propuesta decadente, barroca, casi gótica, y minimalista, enmarcamos la historia en un época y un espacio inconcreto, un limbo en el que solo están ellos, donde se destruyen recordando lo que fueron y no son. Una propuesta arriesgada, donde el espectador presencia una pelea de egos, de poder, revestida de juego de máscaras.
La primera impresión que uno tiene de "CUARTETO" es que se trata de una obra muy negra, muy irreverente, muy revulsiva, pero al mismo tiempo Müller ha insistido, como Chejov, en que sus obras son cómicas.