Fragmentos corpóreos puestos en escena, independientes unos de los otros que crean inevitablemente un espacio imaginario personal para cada observador. La improvisación es un elemento esencial de este solo intimista, que deja el cuerpo moverse hasta la creación de un vocabulario propio. Un proceso interno en el cual el observador puede descifrar y sentir en piel propia afinando su escucha.