El ajuar y ella.
Nuestra vida es un lienzo. Un lienzo de sentimientos, de emociones, de historias compartidas y de amores. El lienzo de su vida es danzado. Está conformado por las pequeñas cosas que dan sentido a la existencia: el territorio íntimo del cuarto, del hogar, de la feminidad, de los cuidados y de los afectos.
Ese paño es el que la acompañará hasta el momento en que caiga el telón de la última función. La tela blanca de la ilusión de un bosquejo de vida, de un trazado de amor, de un boceto de danza.
Y ahora, cuando sus trazos del cuerpo son menos enérgicos, ha de ir concluyendo los últimos compases en el lienzo. En el duelo de los pasos perdidos el origen del movimiento no es más que un cuerpo que ama.