El Greco se dirige a El Escorial junto a Paravicino, un monje que apoyaba el talento del autor para someterse al examen del rey Felipe II que para probar su valía le ha encargado un cuadro que trata de la historia de la legión tebana y su general, Mauricio, un comandante romano del s. III d. C. Mauricio y sus centuriones talan árboles a su llegada a Suiza llamados por el emperador para sofocar una revuelta cuando reciben la inesperada visita del emperador. La obra cruza las peripecias de San Mauricio en el siglo III d. C. y las de El Greco en s. XVI en un laberíntico Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Mauricio defiende su dignidad y su fe y El Greco espera ansioso la respuesta del monarca.