La crueldad vivida por un amigo residente en Cuba, es el pretexto de ¡Qué sabe nadie!, expresión que suele utilizarse para contradecir un rumor sin fundamento y de la que Juan Andrés Maya se vale para desafiar a quienes violan los derechos y libertades individuales.
El espectáculo arranca con la queja de “Tribal”, sólo aliviada con la seguiriya, con la que se identifica, transita con la nana camaronera a los silencios guardados del “Poema de la madre”, un taranto, zambras, alegrías y se despide con unos sones cubanos por rumba como anunciando la presencia del homenajeado al que transfiere vida y alma, y la versión por bulerías que el propio Maya canta del ¡Qué sabe nadie! de Raphael.