El BdS pone sobre el escenario una de las figuras más interesantes de toda la historia de la humanidad: la personificación del mal, Lucifero.
El espectador se verá transportado a través de un relato escénico-narrativo que toma como punto de partida el mito del titán Prometeo, condenado por los Dioses al suplicio eterno por haber ayudado a los hombres a salir de la ignorancia, robando el fuego divino. Una contraposición con el arcángel Lucifero, personaje portador de luz igual que Prometeo, pero irradiada directamente a través de Dios.
Un silogismo tergiversado del dualismo entre el bien y el mal que quiere poner de manifiesto la relación existente entre los dos extremos, con la intención de representar la personalidad de cada uno de nosotros con nuestros conflictos y nuestros miedos.