Ágata. que cuando era niño quiso ser monja como Gracita Morales, vive muy cerca de Reme, que al ser huérfana desde mucho antes de nacer, según ella, jamás ha tenido cariño de nadie. Pero ahora, por suerte, tiene a su vecina, que sabe de todo gracias a su experiencia junto al Picheras, sin el que no podría vivir, ni él sin ella, dice.
Son dos mujeres muy distintas y a la vez muy parecidas, pero están tan confundidas que ellas no lo saben. Por lo que Ágata se halla empeñadísima en mostrarle a Reme el camino de la felicidad, esa en la que el truco está, según ella, en dar cuanto más amor, mejor, para recibir de tu marido. Siendo sólo el público consciente, y testigo, de que gran error y horror son sus vidas.