La vida os pasará por delante de los ojos si os sentáis en el banco de una área de descanso. O por lo menos fragmentos de vidas que posiblemente se repetirán en una especie de suplicio mítico que ni siquiera seréis capaces de percibir. Porque las vidas, las pasiones o los sentimientos parecen personales y exclusivos, pero no son más que repeticiones o nuevas versiones que alguien ya ha vivido anteriormente repitiendose hasta el infinito. En Shell, tienen como escenario el “no lugar”, un espacio sin importancia por sí mismos que se definen sólo por el uso que se hace de ellos. La habitación de un hotel o el área de descanso de una autopista que se puede convertir en un infierno contemporáneo donde unos personajes que han perdido la identidad están condenados a repetir fragmentos de vidas.