Cuatro. Padre, madre, hijo e hija se sientan a desayunar. Todo aparenta cierta normalidad. Desayunan. Una casa. Una isla. Un puntito del tamaño de la cabeza de un alfiler en la nada azul. La familia. La excusa de un desayuno para forjar un vínculo irreal. Una familia como muestra de catálogo ideales burgueses. Hasta que el padre de familia pierde su medio de vida. Con el desempleo viene la crisis, las preocupaciones, los conflictos y el divorcio. Es una montaña rusa de emociones, un paseo por la vida donde cabe el drama y la ironía.
El deseo de alcanzar los sueños y la frustración que produce el no conseguirlo.