Somos capaces de imaginar diferentes individualidades para nuestra vida, que hoy en día nos mantienen separados y divididos, fragmentados; además, coexistimos en una adaptación ingenua con el entorno que creamos, moviéndonos a través de regímenes tiranizados en espacios ficticios y dispersos, de hecho, sobresaturados y manipulados por la imagen y la palabra. Más allá de nuestra capacidad para plegarse entre sí y formar parte de un todo, se vuelve crucial interpenetrar de manera consciente en estrategias de supervivencia innatas y universales que puedan recuperar formas olvidadas de comprensión. La pregunta, sin embargo, surge: ¿sería esta estrategia una apuesta segura?