Desde Palencia, El Naán crean sus propias composiciones inspiradas en su tierra, una tierra surcada por sefardíes, árabes, bereberes, celtas, íberos, romanos y otros pueblos antiguos… de clima extremo, intensamente despoblada, en un paisaje de casas de barro que se funden con el suelo desde que sus habitantes se marcharon a la ciudad hace décadas. El Naán viajeros incansables, que han cruzado América Latina y África y han deambulado sin destino prefijado compartiendo techo con indígenas, aprendiendo de sus luchas e integrándolas en la cosmogonía de su música, que es tanto una celebración del estar juntos, de la belleza y de leyendas como del grito por los derechos humanos relativos a temas como la soberanía alimentaria, las cuestiones de género, el exilio económico y la memoria histórica.