Despierta...
cuando la mente se pone en marcha, activa los movimientos cotidianos marcados por el ritmo trepidante en que socialmente vivimos. A su vez la conciencia permanece sujeta al ciclo natural de las cosas.
Mente y conciencia se mueven al mismo tiempo pero van por caminos distintos que en apariencia nunca se van a encontrar. Sin embargo van convergiendo poco a poco en un equilibrio que les lleva a una comprensión mutua hasta el punto en que ambos terminan bailando, armonizados por el ritmo vital.
Esto ocurre dentro de un tiempo cíclico que por mucho que se repita, nunca es igual.