En La Wagner, cuatro mujeres, como cuatro valquirias, se montan sobre la música de Richard Wagner y arremeten con la difícil tarea de desactivar estereotipos y denunciar prejuicios relacionados con la feminidad, la violencia, la sexualidad, el erotismo y la pornografía. Todos estos estereotipos y prejuicios se encarnan en el cuerpo de la mujer y lo intoxican. Pero este cuerpo posee la inteligencia y la potencialidad de poner tal estado de cosas patas arriba y de recrearse en una instancia post-género. ¿Y para qué vincular la empresa de estas mujeres con la música y figura de Wagner? Porque no ha habido en la tradición occidental otro compositor más polémico, deslumbrante ni demoníaco. De este cruce resulta una ceremonia tenebrosa, iluminada por destellos de ironía y excesos "operísticos":