“Es tiempo de silencio, para cambiar la mirada y percibir la sensación, para agarrar el instante y vaciar los espacios. Un momento de exploración en el que los cuerpos se dejan cautivar por el silencio, como un estado de irreverencia para el cuestionamiento y la búsqueda.”
La irreverencia se presenta como una parada, en este caso, una “falta de reverencia” hacia la realización de acciones incesantes, inconscientes, o una “falta de respeto” (etimológicamente: “esa cosa del pecho”) hacia el hacer por hacer sin reflexión, y, sobre todo, sin sensación.