Ella quiere el divorcio. Él no. Durante una cena más, de un día cualquiera, presenciaremos una disputa matrimonial con resonancias a Woody Allen y Eugène Ionesco gracias a la cual, sin olvidar nunca que estamos en un teatro, nos preguntaremos hasta dónde un matrimonio es capaz de defender una mentira por no tener que responderse la pregunta que sobrevuela el escenario durante toda la función: ¿»Es bonita la vida que tenemos?»
Excusas absurdas y absurdos reproches en un espectáculo de teatro dentro del teatro donde los límites entre verdad y ficción están muy poco claros.