Argumento
Volver a Beckett es recordar que el teatro puede ser otra cosa. Es desintoxicar la mirada de desvíos varios que usurpan las salas cuando estarían tanto mejor en la tele, en el cine, en una columna de opinión de suplemento dominical, o en un libro.
Los días felices sólo puede suceder en la escena. Leerla es incluso bastante engorroso. Pero montarla es encontrarse con un mundo que no se parece a nada y que sin embargo nos interpela directamente.
Las grandes obras, como la música, se inventan un tiempo. Un tiempo que se actualiza en la encarnación en un ahora-siempre. Golpean el centro del corazón de lo humano. Y nos dejan temblando. Intentando entender.