Dos seres, que se van encontrando y reencontrando en el camino, dirigiéndose
inexorablemente hacia un autoconocimiento a través del otro. Dos seres que en un marco de soledad e individualismo, se tocan, el uno al otro, el otro al uno, el otro al otro y el uno al uno.
Dos seres socialmente automatizados, con una gestualidad socialmente heredada la cual se va distorsionando, desmoronando y transmutando a medida que la cercanía entre ellos aumenta.
Mediante los códigos de la Danza y el teatro físico se descifra la relación entre ambos y la necesidad de “el tacto”, para ello estos dos seres se tocan bidireccionalmente de dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro.
Inevitablemente la modernidad virtual y sus dispositivos acompañan, iluminan e irrumpen en la vida escénica de los personajes.