En el otoño del 1938, un joven sastre vivía en un pueblecito de la Sierra del Segura. Justo era el mayor de cinco hermanos, y siempre alegre les cantaba una canción. Inmiscuido siempre con sus libros, una muchacha en el pueblo lo volvía loco: Ascensión. De la noche a la mañana, la Guerra Civil se llevó a la última generación: La Quinta del Biberón. Él se subió al camión como si fuera una fiesta, pero fue el único en el pueblo que no volvió. Sin una flor, sin un adiós. La única tumba la de su corazón.