Urruna juega con el lenguaje simbólico del subconsciente y con la comprensión no racional, creando así un cuadro en movimiento que trabaja constantemente con lo estético y lo visual.
La obra es un “entre” que nos narra por un lado un cuento de ficción, la historia de un lugar imaginario fantástico y sublime; y que por el otro materializa y genera una atmósfera que nos sumerge en un mundo de sueños, en una realidad inventada, en un viaje experiencial.
Surge de imaginar la historia de una comunidad que vive en las faldas de un volcán, donde a través de la exploración de diferentes lenguajes y formatos, generan una pieza que se mueve entre lo solemne y lo absurdo como equilibrio, y que une dentro de las artes escénicas la poesía, el humor, el sonido, el movimiento y el vestuario.