Dos historias, dos cuadros, dos conflictos, que nos hablan al fin de dos imposibles, pero serán dos imposibles de naturaleza muy diferentes.
El primero, nos sumerge en la desesperación de un joven que no consigue sentirse todo lo valorado y querido por parte de su novia actriz; mientras que el segundo, coloca ante nuestros ojos una injusticia en forma de multa de dudosa procedencia y legalidad. La víctima, una mujer que se ve acusada de no cuidar a su perrito todo lo bien que debiera y que la ley ahora exige.
Una y otra historia viajan hacia la noche, o si se quiere hacia el final de la noche, recordando el título de Eugene O’Neill, para resolver la trama y para encontrarse y reconciliarse con la vida.