Islas. Corremos y corremos para acabar en el mismo sitio. Círculos. La rutina nos aísla pero a la vez nos protege del mundo exterior que nos presentan como un lugar inhóspito. Salidas, la posibilidad del otro. En vez de entenderlo como una plataforma hacia la inmensidad, nos apresamos en otra isla. Ambos, sin salvarnos, nos conducen y regresan. Los elementos, los clásicos; fuego, más éter que aire, agua y tierra. Y por último, y primero, está, es, el tiempo; el de las ballenas, el de los mamuts, el de la imagen, el de los museo
Cambiar espacio por tiempo. Al fin y al cabo, todo es nada, un palíndromo con el fin que es un principio; “In girum imus nocte et consumimur igni.”
La obra está dividida en 10 performances, 2 instalaciones y un baile.