Argumento
Toná surgió en los viajes a Málaga para visitar a mi padre enfermo. En su casa me reencontré con símbolos olvidados, reconectando con el folclore de mi infancia. Quería bailar un sentimiento propio de ese folclore: la muerte como celebración de la vida y la catarsis individual y colectiva.
La memoria colectiva y los imaginarios populares son cruciales porque nos salvan del individualismo invitándonos a elaborar un relato compartido. Volver a ella, ensuciarla, y vitalizarla, es un acto de libertad frente al totalitarismo cultural. También es un acto de resistencia contra el intento del sistema de desterrar y negar la enfermedad, la vejez y la muerte, que nos hace débiles y, por tanto, dominables.
Los milagros están hechos de muchas cosas pero, sobre todo, de la necesidad de que ocurran.