En 1929 Lorca pone rumbo a Nueva York en un viaje que supondrá un giro de ciento ochenta grados a su vida personal y profesional. Muy ligado siempre a la música, Lorca pasa largas noches en el club de jazz Smalls Paradise. Allí conoce de primera mano el jazz, el swing y el charlestón, ritmos desconocidos en España y que suponen una revolución para el Federico pianista. Ya en Cuba, en la segunda etapa de su viaje, queda fascinado por la energía musical y participa activamente con el resto de músicos donde, además de escuchar con deleite, no duda en aprender de los artistas cubanos.
En 1931, Lorca recopiló una serie de canciones populares en cinco discos gramófonos pero, ¿cómo habrían sonado esas canciones si en lugar de grabarlas en España las hubiera grabado durante su viaje a Nueva York?