Vicky no es una fiesta, no está aquí para entretenerte y mucho menos para distraerte. Tiene muchas preguntas en cuanto se enfrenta al
combate de su vida. Vicky es un bicho, es una perra y es una madre ejemplar. Es el cuerpo que baila en la grieta del sacrificio, la carne
viva en un mundo de imágenes. Vicky carga la suerte en su encuentro con la Victoria.
Vicky encarna las potencialidades de lo femenino al existir y sobrevivir, esforzándose por lidiar con un contexto de símbolos de
poder machista, que amenaza constante y silenciosamente, con devorarla. Àfrica Martínez Ferrin crea este alter ego, Vicky, para
dar vida y celebrar escénicamente algunos de los múltiples desafíos que la fuerza de lo femenino experimenta.