Argumento
Hemos entregado nuestra rabia
Hemos perdido la posibilidad de enfurecer
por un sofá
por una cena caliente
por unos minutos de compañía
Hemos claudicado ante el gigante de la movilidad
insostenible,
del trabajo precario,
de las relaciones instantáneas.
Hemos pedido perdón sin merecerlo,
sin un ápice de orgullo.
Hemos caido en la nostalgia de nosotros mismos.
(...)
Hemos permitido el llanto,
la angustia,
el desasosiego de los más vulnerables...
Y aún así nos creemos en posesión de la verdad absoluta y
triunfal,
una verdad sin oponente,
unidireccional,
anodina,
aséptica,
condicional.
(...)
¡¡¡Daría tanto por un poco de amor y de carne!!!
Que cualquier silencio me parece(ría) el paraiso.