Argumento
En “Luz sobre las cosas” no hay mapa ni hilo argumental del que asirnos para la exploración a la que se nos convoca: nos sumergimos en la oscuridad de la caja escénica como niños que bajan a un sótano tenebroso, precisamente, porque no saben lo que van a encontrar, en busca de aventuras desconocidas; con ese mismo placer infantil y expuesto de recorrer, a tientas y desorientados, una habitación familiar a la que privamos de luz, para convertirla en el territorio más extraordinario y alucinante.
“Luz sobre las cosas” celebra el escenario de un teatro cercano y querido como el lugar de transformación constante; donde, del diálogo de la luz, del sonido y del trabajo de los intérpretes con el espacio, pueden surgir esas atmósferas escénicas que nos envuelvan y transporten.