Juan el Bautista, líder espiritual de su pueblo, grita contra el invasor y se descarna cautivo en la prisión del Palacio de Herodes. Da la vida por un Tiempo Nuevo. Es un Profeta. Dice que la esperanza es el aliento de todos los sueños. Y enciende el deseo de la Princesa. Salomé, perdida en la cabeza de su amado Juan el Bautista, sufre. Rechazada por él se transforma en una mujer sangrante.
Salomé, expresión del Poder Sensual Absoluto, extrema su deseo por el Bautista. Un deseo que se desborda en muerte.
El amor y la muerte viven en un permanente abrazo, y Salomé rompe la línea roja que la lleva al delirio. Inducida por su madre la Reina Herodías, se atreve a pedir a su padrastro el Rey la cabeza del Bautista.