Argumento
Existen numerosos prejuicios sociales hacia las “malas hierbas”. Sin embargo, las “malas hierbas” apenas piden nada para vivir y, como el resto de las plantas, existen para el otro sin pedirle nada a cambio. En ese tierno sacrificio diario, las respiramos y nos alimentan. Sin ellas no existiría nada, están en este mundo mucho antes que nosotros. De hecho, lo han creado. Son un modelo de resistencia y, si nos parásemos a escucharlas, quizás podríamos crear un nuevo mundo.
Madre e hija pasean por un bosque calcinado, allí escuchan las voces de las plantas y árboles que ya no están. Aún ausentes, o en sus tímidos brotes, siguen siendo un ejemplo de generosidad. En este capitalismo tardío que vivimos, decidido a pisar cada vez más fuerte para que nada crezca, una hija se esfuerza por crecer.