En una casa ideal e idílica, corrompida por la inevitable práctica humana y familiar,
tres personajes se conocen al margen del mundo gracias a las virtudes de sentarse
al fresco.
A la fresca es un (d)espacio para dignificar el reposo, para ensalzar algo tan
elemental como el parar, el desconectar de las lógicas del mundo y los sujetos
triunfantes y generar un oasis donde la imaginación se expanda.
En todos lares y culturas se practica, a su manera, esto del estar a la fresca. A toda
persona le resuena esta circunstancia cósmica. Toda alma se sonríe al pensar en
ello. Es un espacio de evocación por antonomasia, un tesoro antiguo sin historia que
queremos revisitar conscientemente, homenajearlo, con nuestra frágil condición
actual. Aún esperanzada