En un planeta cada día más poblado, nos sentimos más solos que nunca.
Como pequeñas islas errantes, nos movemos en círculo, evitando la quietud, en un movimiento sin rumbo eterno y agotador, en busca del otro que debe completarnos, de la autenticidad que, con los sentidos entumecidos, ya no sabemos identificar en un mundo de personas solitarias y grises, y en donde la mayoría de nuestras interacciones son virtuales.
En su trigésimo aniversario, la compañía propone un espectáculo de calle de gran formato en el que resuenan icónicos espectáculos anteriores, y que reflexiona sobre la paradoja de la soledad en la sociedad actual.
La compañía recupera así una característica fundamental de su lenguaje que la ha diferenciado en el panorama escénico internacional: el uso de grandes escenografía