‘La guerra de los Rose’ llega al Teatro Salón Cervantes de Alcalá

El Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares acogerá los días 25, 26 y 27 de agosto la versión teatral de La guerra de los Rose, que ha adaptado y dirigido Garbi Losada.  Encima del escenario estarán los actores Carlos Sobera y Mar Regueras como protagonistas. Basada en la obra de Warren Adler, que se inspiró en el escandaloso divorcio del multimillonario estadounidense William Billy Rose y su esposa Eleanor después de 15 años de matrimonio.

Cuando el multimillonario decidió divorciarse de su mujer, inventó todo tipo de iniquidades para no darle un solo dólar. William Rose era un hombre de mucho poder y enorme prestigio profesional, y muy pronto la prensa tituló el entuerto como la “Guerra de las Dos Rosas”, recordando la disputa al trono de Inglaterra que desencadenaron las casas de York y Lancaster en la Edad Media, y que duró 30 años. Billy Rose, en su afán por cubrir a su mujer de improperios, habló más de la cuenta y dio pistas que permitieron probar su adulterio. Consecuencia: pocos minutos antes de comenzar la audiencia el juez aceptó la rendición incondicional del magnate, que retiró la demanda y aceptó todas las exigencias de su esposa.

El novelista Warren Adler tomó como base aquel sonado “divorcio a la americana” y escribió un libro titulado precisamente así: La guerra de los Rose, sobre las enconadas desavenencias de un “matrimonio feliz”. La historia fue posteriormente llevada al cine por Danny De Vito (como actor y director), contando como protagonistas con Michael Douglas y Kathleen Turner, y adaptada al teatro por el propio novelista.

Garbi Losada define la obra como una comedia negra con el matrimonio como objeto de análisis ácido y malévolo: “Esta fábula mordaz sobre el matrimonio alcanza un nivel de lectura más allá de la mera comedia, invitándonos a reflexionar en torno a la naturaleza de las relaciones de pareja en la sociedad moderna. Es una comedia negra con el matrimonio como objeto de análisis ácido y malévolo. Aunque quizá lo más perverso de la historia no esté en la historia en sí, sino en nosotros como espectadores que nos descubrimos identificándonos con una de las partes y sintiéndonos capaces de ser tan crueles o más que los protagonistas”.