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Entrevista a Sanchís Sinisterra, Premio Max de la Crítica 2012

16 Abril 2012

“Hay un arte de la resistencia frente a ese otro que ha contaminado el teatro dominante”


 

 

Entrevista a Sanchís Sinisterra, Premio Max de la Crítica 2012

Instalado en una antigua corsetería del madrileño barrio de Lavapiés, Nuevo Teatro Fronterizo (NTF) lleva la firma de José Sanchís Sinisterra (Valencia, 1940). Una apuesta personal que quiere prolongar “la siempre necesaria tarea de revisar y cuestionar el lugar, el sentido y la función del hecho teatral”. Foros, cursos, encuentros o funciones teatrales se difuminan deliberadamente en ese espacio fronterizo que también representa “un espacio de resistencia” frente a los códigos del mercado, las estadísticas, las audiencias y la cultura de los grandes fastos. Una ambiciosa tarea que, como reconoce Sanchís, se inspira sobre todo en un “teatro necesario”, donde el creador se formule preguntas sobre el proceso creativo. El impulso que supone NTF “para la creación e investigación teatral contemporánea iberoamericana" y "el amplio abanico de actividades que ofrece" le han hecho valedor del Premio Max de la Crítica 2012. 

 

Teatro comunitario, teatro de proximidad, teatro comprometido… ¿se siente más cómodo con alguna etiqueta? 

El proyecto de NTF no se reduce a una sola visión, hay compromiso social, pero también estético, filosófico, reflexivo… Las etiquetas limitan un poco, prefiero pensar que hacemos un “teatro necesario”, un trabajo que responde a la pregunta ¿qué teatro hace falta?. En la corsetería nos asomamos a aquellas zonas que el teatro dominante en este país ha dejado vacías…

 

Esta semana, un diario de tirada nacional publicaba un reportaje que abordaba la desafección de la sociedad frente a sus creadores y artistas… Vargas Llosa acaba de editar ‘La civilización del espectáculo’, un ensayo que denuncia la banalización de las artes… ¿Comparte esa visión apocalíptica?

En parte… Considero que hay grandes zonas de la creación que se han dejado contaminar por el concepto de mercadotecnia, por los criterios de audiencia, por las expectativas del mercado, es algo que viene sucediendo desde hace diez o veinte años. Esta idea ya estaba presente en Barcelona durante en la década de los 80. La ciudad, con algunos grupos como Dagoll Dagom o Els Joglars, fue la avanzadilla en la aplicación de esos criterios, que ahora se han ido extendiendo a otro espacios de la cultura… Debemos aprovechar los recursos del marketing pero no convertirlos en un único criterio. Hay un arte de la resistencia frente a ese otro que ha contaminado el teatro dominante. Hay hueco para otras directrices y es probable que incluso la crisis nos permita recuperar un teatro menos mercantilizado. 

Es importante tener presente por qué y para qué hacemos arte. Responder al por qué implica criterios subjetivos que tienen que ver con las faceta física, evangélica o hasta mesiánica del creador… Es realmente complicado. Pero el “para qué” es determinante, debemos preguntarnos a qué demanda explícita responde lo que uno hace, producir experiencias vivas y movernos en el sentido de los cambios sociales… No hay una sola fórmula.

 

Recientemente hablaba del "sistema teatral" para referirse a ese modelo de exhibición contaminado. Y es que durante los últimos años se ha instaurado un discurso dominado por conceptos como el de “industria cultural”, “marketing cultural” o “consumo”... ¿El dinero ha invadido también el teatro?

En cierto modo comparto esa idea. Hace años que sentí la inquietud de que el hecho teatral se equiparara con cualquier otro producto del mercado… En ocasiones el artista se ensimisma, se encasilla y crea un territorio endogámico a su alrededor para perder de vista lo que ocurre en la calle. Hay que salir, escuchar, moverse, cosa que no es fácil. No hay un recetario.

 

¿Qué nos ha pasado entonces? Disponemos de más información que nunca, pero es dudoso que sepamos más que antes… 

Existe una gran diferencia entre información y conocimiento. Recibimos avalanchas informativas, tenemos acceso a océanos de información. Pero el conocimiento se relaciona con la reflexión y con los procesos de indagación colectiva. Esto no se encuentra con facilitad en los medios de comunicación, en internet o en los medios sociales. Hay que experimentar el mundo en una doble dirección: vivirlo y ponerlo en una probeta. 

 

Nuevo Teatro Fronterizo funciona como una asociación sin ánimo de lucro instalada en una vieja corsetería del barrio de Lavapiés, ¿se siente en la clandestinidad?

La idea de frontera ya explicita nuestro lugar… No estamos en la cúspide de la atención de los medios ni tampoco habitamos una zona marginal. Es en la frontera donde ocurren las cosas, allí están las fricciones, las tensiones, todo… El centro es siempre más rígido, encorsetado y cosificado, está muy cerca del poder…

Antes de que Nuevo Teatro Fronterizo echara a andar hubo varias tentativas frustradas para obtener cierto apoyo institucional. Transcurrido un tiempo ¿valora la libertad de no hallarse influenciado por subvenciones ni dependencias económicas?

Si te soy sincero, pensamos que tiene ventajas no depender del apoyo oficial ni de ciertas políticas de subvención indiscriminada. Pero nuestra situación no siempre es grata. Existe cierta inquietud por el futuro más inmediato. De hecho, en nuestra lanzadera hay siete proyectos -algunos de dimensiones y formato considerables- que aún no hemos puesto en marcha por la dificultad de hacer frente a determina inversión. Si tuviéramos cubiertos los gastos corrientes podríamos lanzarnos… En cierto modo, añoramos la concepción inicial que teníamos del proyecto de NTF, un modelo que tuviera cubierta la supervivencia de la infraestructura, como sucedió con la Sala Becket en Barcelona, y que nos diera la suficiente tranquilidad para pensar a largo plazo…

 

Quizá con el premio y la atención de los medios llegue ese apoyo institucional…

Tengo un optimismo moderado. El premio puede tener cierta resonancia, pero espero que repercuta en la dirección de ofrecernos la posibilidad de encontrar entidades o colectivos dispuestos a colaborar, algo que ya ha ocurrido con La Casa Encendida o con la edición en español de Le Monde Diplomatique… Me interesa más esa línea de cooperación.

 

En la filosofía de su proyecto, hay un fuerte componente de intercambio cultural con colectivos alejados habitualmente del hecho teatral. ¿Quién aporta más a quién? 

Mi concepto del teatro se inspira en la experiencia de la reciprocidad y la investigación. Hay una retroalimentación permanente que nos aporta mucho a todos.

Con el Premio Max de la Crítica recoge el testigo de el Festival Don Quijote de París. Su director, Luis Jiménez, sacaba a subasta la “manzana con antifaz” para denunciar el escaso compromiso de las administraciones… 

Me gustó, fue un gesto gracioso… Tenían que hacer el Max de Oro, el bronce no está tan al alza.

 

En unas horas tomará un vuelo para Colombia. ¿Siente que en Latinoamérica, precisamente por su historia económica o social, aún hay sitio para un teatro cercano y abierto a la calle?

Pienso que toda esta focalización mediática en la pérdida y la fragilidad del estado del bienestar en nuestro país tiene que ver con la inseminación y la generación del miedo… Quieren evitar que busquemos alternativas o que arriesguemos en otras direcciones. El discurso economicista hace que la gente se paralice y, en el caso de los creadores, que se asuma un menor riesgo. Se busca, con la complicidad de productores y distribuidoras, un producto que tenga ciertas características superficiales que garanticen el éxito inmediato. Y esto limita la oferta teatral. Pero en Latinoamérica se han promovido fórmulas cooperativas muy diversas e interesantes. También hay espacio para un teatro no profesionalizado, donde el mercado y el dinero no están tan presentes. Quizá la precariedad, aunque no debe generalizarse a toda Latinoamérica, influye para que el creador tenga más conexión con los colectivos sociales.

 

¿Qué llevará en la maleta?

Mi problema, cuando viajo, es precisamente seleccionar qué libros o materiales llevaré conmigo. Cargo con algunos libros de temas con los que estoy trabajando. Mi próxima obra es la tercera parte de una especie de trilogía del desastre… Primero fue el empleo, luego los recortes, ahora abordaré la manipulación de la economía. Quiero reflejar el modo en que el mundo está regido por ludópatas. Estamos secuestrado por centenares de ludópatas que juegan en bolsa, se mueven en el mundo de la banca, los capitales industriales, la producción y el consumo.


 

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