ACTUALIDAD

Noticias

Sergio Peris Mencheta: “El teatro tiene una labor social y cultural. Y éste es el momento ideal para eso”

24 Septiembre 2012

Sergio Peris-Mencheta dirige “Un trozo invisible de este mundo”, escrita por Juan Diego Botto, que también encarna un papel protagonista en este montaje. La obra podrá verse en las Naves del Español-Matadero, del 2 de octubre al 5 de noviembre en Madrid.

Sergio Peris Mencheta: “El teatro tiene una labor social y cultural. Y éste es el momento ideal para eso”

Últimamente está mucho más centrado en su rol de director de teatro que en el de actor, debido, en  parte, a que, como él mismo explica, quiere experimentar al máximo con la creatividad: “No comulgo con eso de que me marquen los tonos. Estoy desencantado con la forma de dirigir en teatro, al menos con ciertas formas de dirigir. Como actor, he echado en falta ese margen de creatividad y de participación en el proceso creativo. Cuando dirijo, me gusta trabajar mano a mano con los actores para que sientan esa libertad creativa”.


El autor del texto, “Un trozo invisible de este mundo”, es Juan Diego Botto. ¿De quién partió la idea de que tú dirigieras el montaje?
Coincidimos hace un año en la Sala Mirador y, en los últimos tiempos, nos hemos visto con cierta asiduidad. Él vio “Incrementum” [montaje sobre el texto de George Pérec que se representó también en el Matadero] el año pasado y se hizo fan de la obra. Creo que le gustó el enfoque lúdico con que acometo cada trabajo. Para mí la puesta en escena tiene que tener un toque lúdico.


¿Es ése el enfoque con el que ahora preparáis “Un trozo invisible de este mundo”?, ¿es el enfoque que requiere esta obra?
Una cosa es el fondo y otra cosa es la forma. Los grandes autores llegaban a ese fondo, en el que muchos coincidían, pero lo hacían de forma distinta. “Un trozo invisible de este mundo” es una obra distinta, encierra un fondo muy duro. Lees los textos y se te remueve el corazón. Pues bien, la forma en que lo llevas a escena tiene que hacer que el público empatice rápidamente con lo que se está diciendo sobre el escenario. Y eso tiene que ver mucho con el componente lúdico, con el ritmo, con las imágenes. En el escenario tienes que crear imágenes que te trasladen a los lugares de los que hablan los personajes.


¿El trabajo de director provoca más insomnios que el de actor?
Duermo infinitamente menos como director que como actor. Este trabajo hace que me sumerja totalmente. Sacrifico mucho tiempo de mi vida personal porque en realidad el trabajo forma parte de mi vida personal.


¿Y cómo afrontas tu trabajo como director?
En este montaje no hemos tenido mucho tiempo de preparación, pero sí hemos mantenido muchas reuniones Juan Diego y yo para ver cómo llevarla adelante, cómo presentar el universo semántico de este texto. Es una obra muy pegada a la realidad, y a la actualidad. Hemos tenido muchas reuniones de mesa para ver a qué 'suena' esto o esto otro... Por lo general, a mí me gusta acometer cada proyecto con unos talleres previos, en los que, entre todos los que participamos en el montaje, vamos construyendo la obra.
La labor de dirección requiere un enfoque muy distinto; yo soy más instintivo, Juan Diego es más intelectual.
No tengo una formación específica como director, pero he tenido la oportunidad de trabajar con grandes directores, como Peter Brook, o con Juan Carlos Coraza, a quien considero un maestro.


¿Qué reacción esperáis provocar en el público?

Queremos tratar de abrir el corazón del espectador a nuestra condición de migrantes para poder empatizar con ellos. Más en un momento como el que vivimos. Todos somos migrantes y queremos poner eso ante los ojos del público: “señores, ésta no era nuestra historia ayer, pero puede ser nuestra historia mañana” porque ahora nosotros estamos emigrando también, todo el mundo se está yendo, los artistas, también. La idea básica es que, en unos pocos minutos, uno puede pasar de ser parte de algo a no ser parte de nada. Eso es ser migrante.
La razón de hacer esta obra no es solo entretener -que también, porque el teatro es entretenimiento-, sino, como decía Shakespeare, poner un espejo ante el mundo.
La apuesta de Natalio Grueso [director de Programación de Artes Escénicas del Ayuntamiento de Madrid] por estrenar la temporada del Matadero con una obra como ésta me parece una declaración de intenciones. Creo que espacios como Matadero tienen que apostar por este tipo de teatro.


¿Este 'tipo de teatro' al que te refieres se puede denominar “teatro social”?
Yo estoy convencido de que va a haber un repunte del teatro social, creo que la crisis va a ser un revulsivo para la cultura. Llevamos años en una burbuja, no solo financiera, sino cultural. Ha habido mucho más teatro de entretenimiento que teatro para hacer pensar, aunque por supuesto ha habido gente que ha hecho en este terreno cosas interesantísimas, como lo ha sido el trabajo de Animalario o el de Blanca Portillo.
Cuando los datos dicen que los teatros están llenos se refieren a teatro musical, lo cual es estupendo. Pero creo que el teatro tiene una labor social y cultural y es un momento ideal para que ocurra eso. Pasó en Argentina en pleno 'corralito'. Ahora, en España, han empezado a proliferar propuestas que están 'fuera' del sistema. El teatro con poco dinero e imaginación es lo que me interesa, no me interesa tanto el teatro creado con dinero a raudales. Creo que es el momento de que nos 'pepeviyuelicemos', de crear propuestas con lo básico, como Pepe Viyuela cuando se subía al escenario con una silla. Hay que hacer ecoteatro, no queda más remedio que olvidarse de salas llenas, de subvenciones, etc.


Eso suena a austeridad...
El teatro tiene que dar dinero, pero ahora va a haber una criba natural porque toca reinventarse. No le pides al teatro lo que tú no estás dispuesto a darle. Hay que mover el culo. Para manifestarnos y para lo nuestro, para el pan que necesitamos comer y para el pan que nos llevamos al alma, que también es importante, y eso es el teatro. Pensemos de qué manera podemos cambiar el mundo desde el lugar en el que estamos. Es hora de que nos lo montemos nosotros. Somos autónomos, tenemos que dejar de depender. Hay que moverse.

 

"Un trozo invisible de este mundo". Naves del Matadero, Madrid. Del 2 de octubre al 4 de noviembre de 2012

Compartir