Jordi Planas, director de la Escuela Superior de Técnicas de las Artes del Espectáculo (ESTAE), forma parte del equipo de formación de la Escuela de Verano de La Red desde la primera edición. En esta ocasión, lo encontraremos en el Foro de Formación, donde, entre otros asuntos, se hará una “reflexión sobre el estado actual del perfil profesional y explorar las nuevas competencias que emergen”.
En la Escuela Superior de Técnicas de las Artes del Espectáculo (ESTAE), de la que usted es director, llevan más de diez años formando a futuros profesionales de las artes escénicas. ¿Cuáles han sido los principales avances que ha experimentado este centro formativo?
¡Estamos ya en la decimosexta promoción! El tiempo pasa muy deprisa y éstos han sido años de trabajo muy intenso. Hace 16 años, los centros especializados en formación de técnicos del espectáculo en vivo en España se contaban con los dedos de una mano y no disponíamos de una experiencia consolidada de cómo llevar a cabo la formación.
En estos años hemos pasado de la inicial “fase piloto” al momento actual, en que el centro ha asentado su posición en relación al sector profesional y ha ido desarrollando el modelo pedagógico de calidad al que aspira. Este es el resultado del trabajo en colaboración con otros centros de formación y teatros de Europa, y también con los centros nacionales que ofrecen formaciones del mismo ámbito.
La introducción de nuevas tecnologías está teniendo una importancia vital en todos los ámbitos, ¿de qué forma han afectado al trabajo que está realizando la ESTAE?
Estamos formando ya a las promociones de jóvenes que se reclaman “nativos digitales”. Para ellos, las nuevas tecnologías no son tan “nuevas”. El esfuerzo del centro de formación en relación con las nuevas tecnologías es doble: por una parte debe mantenerse en permanente vigilia tecnológica, adaptando los planes de estudio a los nuevos equipamientos y formando a sus formadores; por otra parte -y no menos importante- debe innovar en la metodología pedagógica para adaptarla al nuevo perfil del alumnado en formación inicial.
Para que el futuro profesional pueda adaptarse mejor al cambio tecnológico es necesario proporcionarle una sólida formación científico-tecnológica que complemente la formación principal como de “hombre de teatro”. Para resolver esta dualidad, la ESTAE se constituye como un proyecto conjunto entre el Instituto del Teatro y la Universidad Politécnica de Cataluña.
La evolución tecnológica obliga también al profesional en ejercicio a mantener sus competencias al día. Ese es otro de los aspectos clave al que la ESTAE, en su papel de servicio al sector profesional, quiere dar respuesta: mantener una adecuada oferta de formación continua.
Siguiendo con el impacto de las nuevas tecnologías, ¿hasta qué punto es importante para todos los profesionales de las artes escénicas la adaptación a esta nueva realidad?
La incorporación de las nuevas tecnologías afecta a toda la sociedad y las Artes Escénicas no son ajenas a ello. La evolución de los medios de producción, la incorporación de nuevos métodos y técnicas se produce constantemente y de forma rápida. El profesional en activo es consciente de que hoy en día la formación ha de entenderse como un proceso continuado que se desarrolla a lo largo de toda la vida. Esta actitud de aprendizaje permanente incorporando nuevas capacidades le permitirá seguir siendo “competente” en un puesto de trabajo en rápida evolución. ¡La formación es parte del trabajo!
¿Existen hoy día –a su parecer– suficientes cursos, talleres o actividades para poder adaptarse a la nueva situación del mercado de trabajo?
El mercado de la formación continua es muy variable. Tengo la impresión de que la oferta es escasa, pero debemos verlo también desde el otro lado, el de la demanda. A diferencia de otros sectores productivos, el nuestro se compone en gran medida de microempresas, personal autónomo y freelancers. Existe una cierta precariedad laboral endémica -que la actual coyuntura económica no ha hecho más que agravar- que dificulta el acceso a la formación. Las empresas tienen dificultad en invertir en formación y el trabajador que quiere ampliar sus competencias debe pagar de su bolsillo una formación de natural costosa. Además el calendario y horarios de los cursos le obligan a renunciar a días de trabajo, con lo que se encuentra doblemente penalizado. Todo ello produce una contracción de la demanda. En este sentido la diferencia con los sistemas de países de nuestro entorno con legislaciones más adaptadas a la realidad sectorial es flagrante.
Por otro lado, en relación al personal técnico de plantilla en los teatros, creo que no hemos sabido sacar partido del peso que el sector público tiene en la titularidad de la mayoría de los equipamientos escénicos. Deberíamos explorar la posibilidad de obtener recursos de los fondos destinados a la formación de los trabajadores de las Administraciones Públicas. Tenemos ahí una tarea pendiente y un terreno a explorar.
Una reflexión añadida: como destinatario de las formaciones el sector profesional deberá estar alerta ante la proliferación de ofertas formativas que no siempre alcanzan las expectativas de calidad generadas.
En las artes escénicas nos encontramos con algunos casos de profesionales cuya vida útil en escena se encuentra limitada por las limitaciones de la edad, ¿cuál es su solución en estos casos? ¿Es posible una reubicación de estos profesionales en puestos de gestión cultural?
No sólo en puestos de gestión cultural, sino también en muchos otros puestos de las áreas técnicas. Decíamos antes que el valor principal del técnico es ser “gente de teatro”. Con ello queremos decir que su competencia principal no se halla tanto en el ámbito tecnológico como en el de conocimiento del medio y el entorno artístico. Ese es un capital que no podemos desperdiciar. El bailarín y el actor conocen el medio y lo que hay en juego en cada producción. Serán por tanto interlocutores valiosísimos desde cualquier otra área técnica o de gestión que ocupen. La reubicación no es sólo deseable, sino que es imprescindible.
Para la movilidad laboral en el propio sector, bastará con realizar la formación necesaria para cubrir el diferencial con el puesto a ocupar. Lógicamente habrá que contar con el factor vocacional y los intereses personales de cada interesado. Son necesarios programas de acompañamiento y orientación que se anticipen suficientemente al momento del cambio profesional para que éste no sea vivido de forma traumática.
Expongo a modo de ejemplo que en otros países las empresas mecenas de las compañías de danza amplían la colaboración a otros ámbitos ofreciendo -en el marco de un programa de actuación- puestos de trabajo o formaciones cuando la situación del artista lo requiere.
Existen programas aplicados en el ámbito deporte de élite que podrían orientar al sector sobre cómo gestionar estos casos de movilidad interna en el sector.
Este año la Escuela de Verano de La Red celebra su décimo aniversario. A lo largo de todas esas ediciones, usted ha tenido un papel muy importante en los distintos cursos y talleres que se han organizado, ¿cómo ha vivido la evolución de la Escuela a lo largo de este tiempo?, ¿cuál es su impresión de la evolución de esta convocatoria a lo largo de esta década?
Es una auténtica satisfacción tener la oportunidad de colaborar en un proyecto único y hacerlo de la mano del equipo de extraordinarios profesionales que lo han hecho posible. A mi entender, la Escuela de Verano ha cumplido con creces las expectativas creadas. Ha aportado también otros frutos, como la puesta en valor de la formación y la toma de conciencia del colectivo técnico y sus intereses comunes en el ámbito de La Red. Por otro lado, en este período, la Escuela de Verano no ha sido ajena a los vaivenes del sector profesional. En las últimas ediciones se ha vivido un cierto retraimiento que espero superaremos. Miramos el futuro con optimismo. La Red trabaja en la diversificación y ampliación de la oferta para aumentar su impacto y acercarla más al público destinatario.
Para esta edición, su intervención está orientada al reconocimiento de las competencias profesionales en el sector de las artes escénicas. ¿Puede resumirnos qué medidas (a nivel administrativo, de toma de conciencia por parte del sector...) considera imprescindibles en estos momentos?
En la actualidad es posible en España acreditarse en numerosas profesiones técnicas, aunque el panorama no está completo y las convocatorias de acreditación son escasas o nulas. El estado debe terminar de desarrollar e implantar el Marco Español de Cualificaciones y resolver problemas como la igualdad de acceso a los procesos de acreditación, la financiación de los mismos etc. Nos encontramos ante una novedad en el sistema de formación y acreditación que se va implementando lentamente. Queda aún mucho camino por hacer, especialmente en las acreditaciones de niveles superiores.
Según su opinión, ¿cuáles son las mejores razones para acreditarse profesionalmente en las artes escénicas? ¿Qué impedimentos existen?
La mejor razón es poder demostrar ante un empleador cuáles son las competencias de las que se dispone y las ventajas asociadas a la movilidad nacional e internacional del trabajador.
Por otro lado, la acreditación es también una oportunidad de formación. Un proceso de acreditación no es un mecanismo mediante el que se obtenga automáticamente un diploma con la simple aportación de evidencias de antigüedad en el trabajo. Se trata de proceso guiado y tutorado de autoevaluación y de detección de los aspectos en que somos competentes y de aquellos en los que todavía tenemos que mejorar. Terminar el proceso y obtener la acreditación requiere a menudo cursar formaciones adicionales para completar nuestro perfil competencial. Esta es otra de las ventajas que podemos obtener.
En el lado de los impedimentos debemos tener en cuenta que el sistema todavía no está completamente desarrollado en España y que por su carácter de novedad y la escasa tradición en nuestro país va avanzando lentamente. Se irá implementando un futuro. Veremos.
¿En qué punto se encuentra España en el reconocimiento de competencias profesionales en el ámbito cultural con respecto a otros países de la Unión Europea?
En relación a otros países de Europa nos encontramos en un cierto retraso. Todavía estamos construyendo parte del marco legal y reglamentario. Tampoco debemos olvidar que los procesos de acreditación son costosos y la actual coyuntura no juega a favor de su desarrollo.
Además, el colectivo de las artes escénicas -muy atomizado y disperso- tiene una cierta dificultad en hacerse oír frente a la Administración central (educativa y laboral) que es la que tiene la capacidad normativa. El sector profesional debe estar atento e instar a la Administración a que aborde los asuntos que son de su interés.
¿Qué ventajas / beneficios va a obtener el alumno que acuda al Foro de Formación de la X Escuela de Verano de La Red?
Anteriormente hemos mencionado el paradigma actual de la formación a lo largo de toda la vida. Desde este punto de vista, el colectivo profesional debe tener ocasión de revisar la evolución del perfil y las nuevas competencias a desarrollar para demandar al sector formativo la respuesta adecuada.
En una primera parte el Foro de Formación se ha centrado en la figura del gestor cultural en artes escénicas. De la mano de expertos, tendremos ocasión de hacer una reflexión sobre el estado actual del perfil profesional y explorar las nuevas competencias que emergen, necesarias para un desempeño competente, analizando algunos de los programas europeos que las han abordado.
El segundo día abordaremos el tema de la acreditación profesional. Obtendremos información detallada y las ventajas de la acreditación. Analizaremos experiencias realizadas en España y en Francia. En la mesa redonda con la participación de expertos y del público asistente, discutiremos el estado actual y las iniciativas que pueden tomarse en relación a las profesiones técnicas y de gestión en las artes escénicas.
Más información sobre la Escuela de Verano de La Red
Entrevista: Ernesto Vaca-Pereria